Aunque yo tuve contracciones desde 2
meses aproximadamente antes del parto, éstas eran esporádicas y no
dolorosas.
Si bien, las últimas semanas eran más
continuadas y más dolorosas, cuando me puse de parto me di cuenta de
que las anteriores contracciones no eran nada comparadas con las del
parto.
Con lo que tras haberlo vivido me di
cuenta de que todos mis dudas, muy normales, y mi “manía” de no
enterarme si rompía aguas, se habían quedado en el olvido, ya que
se suele dar de esta manera y una se entera de inmediato
(normalmente).
Estaba contenta y emocionada porque iba
a ver a mi hijo en cuestión de 24 horas, pero a la vez, preocupada
con las mil cuestiones que vienen a la cabeza y con que todo saliera
bien.
Yo quería por todos los medios tener
un parto vaginal y que fuera lo más natural posible por lo que no
tenía claro si usar la epidural.
Contaré que rompí aguas a la 1 de la
madrugada y me pasé toda la noche sin dormir con contracciones parte
en mi casa y parte ya en el hospital hasta que llegó la matrona a
las 7 de la mañana y me bajó junto a mi marido a la sala de
dilatación.
Allí te monitorean para ver que las
contracciones son más regulares (exactamente al mismo intervalo de
tiempo) y cada vez se producen a intervalos de tiempo menores. Yo me
pase toda la noche dilatando con contracciones cada 5 minutos pero no
se me acortaban los tiempos.
Con lo que la matrona me puso
oxitocina, tal como ocurre en los partos provocados, para que las
contracciones fueran más repetidas. Me puso muy poca oxitocina ya
que yo tenía 3 o 4 cm ya dilatados.
Esto es lo que hay que tener para que
empiece la etapa activa del parto. Y hasta los 10 cm aproximadamente
no se empieza el trabajo de parto. (Creo recordar que era así).
En mi caso una vez me pusieron la
oxitocina aguanté 2 horas (desde las 7 hasta las 9 de la mañana
aproximadamente )sin la epidural, pero finalmente a esas horas y
después de estar toda la noche aguantando dolores y sin dormir
decidí pedirla.
Ahora escribiré sobre mi percepción
del dolor de la forma más descriptiva posible, con lo que si eres de
las que te da miedo lo que se pueda sentir y no quieres ni pensarlo
hasta que llegue, no sigas leyendo.
Pues bien sobre las preguntas que una
se hace, respecto a que tipo de dolor se siente, en mi caso yo tenía
un dolor “¡para morirme!”. Parece ser, que tuve un parto de
riñones (que se dice popularmente) y es que me dolía muchísimo en
la parte de la espalda cerca de los riñones.
La sensación es que te estás abriendo
literalmente por dentro y que los huesos se desencajan y como que te
están tirando de la barriga y la pelvis hacia abajo.
No sé como describirlo porque no se
parece a ningún tipo de dolor que yo haya tenido anteriormente.
Me gusta escribirlo lo más descriptivo
que puedo porque a mi me hubiera gustado que me lo hubieran contado
así.
Pero entiendo que haya gente que
prefiera no escucharlo ni leerlo y ni siquiera pensarlo y que cuando
llegue llega.
Quiero contar lo que sentí al ponerme
la epidural, porque ahora que lo he vivido me ha cambiado la forma
de verlo.
Yo no estaba segura de ponérmela
principalmente porque su uso provoca que una no sienta del todo la
fuerza que se hace al hacer los pujos de parto.
Y también porque quería saber que
tolerancia tengo al dolor, mi aguante y si sería lo suficientemente
valiente para soportarlo y porque en este tipo de cosas me gusta lo
más natural. Pero esto ni siquiera eran razones, sólo pensamientos
que se me pasaban por la cabeza.
Como digo lo principal era que me
asustaba no saber bien la fuerza que tenía que hacer y por tanto
fuese más complicado parir.
Bien pues tras ponérmela, estuve muy
contenta de la decisión.
Por un lado ya se me habían acabado
los dolores brutales, aunque aún seguía con molestias (¡yo creo
que es imposible no notar nada de molestias aún usando la
epidural!).
Por otro lado el proceso de salida del
bebe fue muy relajado y el útero hizo todo su trabajo solito y bien.
Si no me hubiese puesto la epidural,
hubiera estado más nerviosa debido a los fuertes dolores y podría
haberme posicionado en posturas menos convenientes para que el útero
hiciera su trabajo.
De hecho ya lo había hecho antes de
que llegara la matrona. Me puse en posiciones menos dolorosas pero
cuando ella llego me movió las piernas y me dijo que no me moviera
que así (como más dolor sentía) era mejor para que fuera bajando
el bebé.
Justo antes de entrar al paritorio la
matrona le dijo a mi marido que pusiera la punta del dedo en el canal
de parto porque ¡ ya se podía notar la cabeza!
Esto me animó mucho, porque claro, si
la cabeza ya estaba ahí era cuestión de empujar un poco y fuera.
Por lo menos así lo veía yo y ¡así fue!
Entramos al paritorio y en menos de
media hora ya tenía a mi recién nacido en mis brazos.
Respecto al tema de la fuerza. Es
cierto que yo no notaba bien la fuerza que hacía porque toda la zona
estaba muy dormida. La fuerza que se hace es como cuando uno hace
caca. Pero hay que hacer esta fuerza lo más fuerte que se haya hecho
nunca.
Yo así lo hice y más todavía porque
al no notar la presión que hacía, pensé que mejor hacer la fuerza
más potente de mi vida (eso tenía en mi cabeza mientras empujaba) y
que así saliera mi bebe pronto. ¡Y a los 3 ó 4 empujones ya estaba
fuera!
Con que ví que usar la epidural, al
menos en mi caso no me dificultó el parto, si no, lo contrario.
Eso sí no hay que olvidar que hay
posibles complicaciones por su uso y posibles efectos secundarios,
mucha gente tiene miedo a ponérsela por esto. Eso es personal y
decisión de cada una.
Somos muy afortunados por lo bien que
fue todo y por tener a nuestro pequeño tan bien.
Todo el dolor anteriormente descrito,
todas las dudas y preocupaciones se me fueron en el instante que me
dieron a mi pequeño piel con piel.
Esto sí me lo habían dicho todas las
mamás con las que había hablado, que se te olvida todo al segundo.
Y es totalmente cierto.
Yo creo que puede ayudar, el pensar eso
en el proceso del parto. Porque yo me acuerdo que pensaba: -y dicen
que se olvidan los dolores ¡ja pues lo veo difícil!, -¡¿cuánto
más durará?! ¡¿cuánto falta?!
Y al segundo de tener a mi bebé en los
brazos, ¡Adiós a todo lo anterior!